lunes, 11 de agosto de 2008

Carta Abierta A Mirtha Viamonte-Ada Fanelli

Querida Mirtha:
Se cierra un capítulo más del acoso a la Psicología Social. No es, desde luego, una historia fácil de entender. Se entrecruzan ideologías -muy bien- e intereses privados -muy mal-. Pero también, y es lo lamentable, mucho desconocimiento de quienes tendrían que saber y falta de interés de quienes tendrían que comprometerse. ¿por qué fuiste víctima de la judicialización? ¿quienes lo hicieron? ¿con qué objetivos? ¿cuál fue tu defensa?
Las palabras "algo habrá hecho" o "por algo será" de otras épocas flotando en el aire, y el intento de personalizar el conflicto culpabilizando a las víctimas es lo que confirmó la condición política de los acontecimientos. Por aquel entonces, escribí: "Mirtha "Antonieta" Viamonte", un texto que prometo encontrar y subir a este espacio. Tu cabeza,Mirtha, ya lo sabemos, rodó interminablemente bajo el hacha de tantos verdugos, algunos, invisibles pero poderosos, como la difamación, la indiferencia o la traición.
Ahora se terminó, es cierto. Uf, por fin se terminó, qué suerte, pobre Mirtha, las que pasó. Los comentarios "bienintencionados" y piadosos ahora circularán por los pasillos de la Escuelas y los Foros. Todos nos alegramos. Pero una vez más quiero recordar que esto no fue sólo contra vos, Mirtha, asi que bien podemos guardarnos las congratulaciones. Un contundente refrán español dice: "a burro muerto, pasto al rabo". El juicio prescribió, pero el acoso a la Psicología Social goza de buena salud, por eso el sabor a poco, a que tendría que haber sido de "otra manera". No nos alcanza que el burro haya muerto de hambre. No nos sirve este triunfo por abandono. ¿Quien dará cuenta, ahora, por los programas de radio en los que se difamó a la Psicología Social? ¿Quién responderá por las cadenas de mails instigando a la persecución y la denuncia? !"Pero si ustedes no pueden"!Calumnia, que siempre algo queda...!
¿Hasta cuándo vamos a soportar la supuesta autoridad de cuestionamientos ajenos a nuestra profesión? Mientras, hasta en los más lejanos rincones de la nación podemos encontrar psicólogos sociales dando cuenta, ejerciendo y por lo general, ad honorem.
Y, si, podemos. Podemos soportar la persecusión porque es inherente a la transformación. Sabemos que el cambio moviliza las ansiedades básicas, el temor a perder y a ser atacados.
Si proponemos cambios, generamos reacciones. Los Psicólogos Sociales desparramamos saberes en las veredas que otros quieren bien guardados en los claustros, etiquetados y con precio. En tanto "El saber es poder" pretenden acumularlo. !Ignoran que el poder no se posee, se ejerce! -como bien dice don Foucoult-. Los saberes que no circulan se diluyen al estereotiparse, por eso es necesario transmitir: para crecer.
Seguramente iniciarás un juicio civil pidiendo ser resarcida por los daños que te fueron ocasionados por el simple hecho de creer que estabas siendo protegida por la Constitución Nacional. Y vas a ganar, querida Mirtha. Claro que vas a ganar, porque sí, así es, tenemos una Constitución Nacional que nos protege y debemos respetarla y hacerla respetar. ¿Pero y después?
Necesitamos demostrar que esta lección está aprendida,y no en los tribunales, sino en la práctica cotidiana, que es el lugar donde corresponde defender lo que creemos: respetar al diferente, entender que si hoy van por ellos, mañana vendrán por nosotros, que la mejor defensa no es la del avestruz. Aprender que lo que le pasa a un psicólogo social le pasa a la Psicología Social, y que lo que le pasa a un ser humano le pasa a la Humanidad.
Ojalá. Si seguimos cada uno en nuestra isla, suponiendo que hay temas que no nos incumben, no sólo tendremos que lidiar algún dia con nuestra conciencia, además, seguiremos viviendo en un mundo despojado. Habremos perdido la oportunidad. !No imagino peor castigo!
Este es sólo otro paso. Me alegra por vos que esta etapa haya llegado a su fin. Como tu amiga sé cuánta angustia cargaste, pero como militante de la Psicología Social, sé que hay más. Mucho más. ¿O qué nos creíamos?
Ada Fanelli.

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