domingo, 22 de noviembre de 2009


¿De qué hablamos cuando decimos “Salud Mental”? No es fácil dar una respuesta acabada sobre el tema. Por supuesto, no hablamos de los “profesionales de la Salud Mental”, ni tampoco del “Sistema de Salud Mental”, ni de sesudas teorías nunca suficientemente probadas. Tampoco de una definición pergeñada en algún lejano organismo internacional.
Cuando hablamos de Salud Mental, eso sí, estamos haciendo referencia a la gente. A la tristeza opacando las miradas, al miedo sometiendo con su poder el fulgor de esas miradas, a la ira que destella algunas veces en las pupilas. Sobre todo, a la desmesura en la pena, el terror, el odio. Y hablamos, desde luego, de las condiciones de vida de la gente, donde se originan pena, miedo, rencor.
Pero esto último sería bastante difícil de aceptar, especialmente para muchos especialistas en Salud Mental, porque complicaría su tarea, haciendo inútiles los diagnósticos, las interpretaciones, las evaluaciones conductuales, las recetas y las internaciones.
Relacionar las condiciones de vida de la gente con la Salud Mental, exigiría un cambio de actitud. Las Historias Clínicas, por ejemplo, consignarían el dolor del desempleo, o de la marginalidad, o de la injusticia, o del maltrato institucional, o de la angustia del desamor y el abandono.
En definitivas cuentas, se transformarían en largas y repetidas narraciones sobre soledad, carencia y discriminación.
Y una vez que las evaluaciones y las recetas ya no fuesen útiles, qué tarea desempeñarían los Profesionales de la Salud Mental. Tal vez, como única opción, tendrían que ayudar a la gente a vivir mejor. Enseñar que este es el único mundo que tenemos y hay que aceptarlo tal como es pero, también, que tenemos la posibilidad de transformarlo en otro más justo, más bueno, más solidario y hecho con el trabajo de todos.
Cuánta tarea enseñar Salud Mental. Quién sabe si sabríamos como. ¿Y si no supiésemos? Necesitaríamos diseñar seminarios para no saber. No saber como sufrir un poco menos cuando los zapatos nos hacen doler el cuerpo, el alma. Entonces también necesitaríamos reconocernos con alma, y buscar un lugar para ella, donde la tristeza fuese más lógica que las teorías acerca de la tristeza, donde el miedo de los hombres no se relacionara con encerrar a otros hombres, y la esperanza fuese artículo de primera necesidad. Al revés de lo que ocurre, aprenderíamos a andar todos juntos, inventando por el camino, como en un delirio colectivo, eso que nombramos como “Salud Mental” sin saber, todavía, cómo será. Ada Fanelli.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Carta abierta a una estudiante de Psicología Social

Aquí transcribimos el texto difundido por Internet escrito por una alumna de Psicología Social, y a continuación, la respuesta de Ada Fanelli, Directora de EPSER
F
echa: domingo, 5 octubre, 2008 7:43
> Digo, si se pudiera en algún momento terminar de definir
> las incumbencias de cada una de las ciencias sociales y su
> campo de accion, lo que se necesita para validar la
> formacion, etc... terminariamos con estas cuestiones.Creo
> que las escuelas de Psicología social tendrian que ser
> claras a la hora de ofrecer una formacion, especificar que
> es para "la formacion personal" y que, para la
> formacion profesional. Me parece que para terciarizar un
> carrera, hacía falta poner en claro estas cuestiones, creo.
> Besos a todos. PD: No critico desde afuera, soy parte, y amo
> la psicologia social, y sigo adelante para dar cuenta de
> ese compromiso de profesionalizacio n y formacion. Solo
> que considero que la terciarizacion debería ser mas
> rigurosa en cuanto a la formación academica, y no quedarse
> solamente en el ECRO pichoniano. No somos psiquiatras para
> trabajar con patologías, ni Psicologos para hacer
> clinica, pero existen otras multiples posibilidades y
> taáreas en donde los Técnicos en coodinación Grupal pueden
> actuar. A lo mejor moleste el rotulo de Psicologo, a lo
> mejor digo, podríamos hablar de "Agentes de Cambio
> social", interventores del Aréa social,
> "Consultores biopsicosociales" que se yo, hay
> mucho para inventar. A lo mejor es un tiempo de
> "deconstruir" para construir juntos una nueva
> vanguardia en el área social y colectiva acorde a los
> tiempos globalizados en donde la legitimación de un título
> está tan instaurada, a lo mejor, si Pichón viviera hoy, lo
> estaría promoviendo.Es una opinión.

>
Querida Claudia:
Porque tu nombre es Claudia, verdad? Eso creo aunque el texto llegó a mí sin tu firma.
No me conocés, me llamo Ada y soy Lic. en Psicología Social, Operador recibida en la misma escuela donde estudiás. y Psicóloga Social por la Escuela de Psicología Social para la Salud Mental de Alfredo Moffatt.
Leo tus líneas y me asombra tu capacidad de síntesis, porque estás expresando mucho de lo que se escucha a través de los “radio pasillos”, y gracias a tu claridad, puedo ordenar mis pensamientos y tal vez escribir algo de lo mucho que uno piensa a diario sin encontrar el interlocutor válido para quien expresarse.
¿Me hacés de “par dialéctico” Claudia? !Gracias!
Voy a intentar responder a las preguntas que te hacés, o mejor dicho, voy a compartir con vos algunas de las respuestas que fui encontrando a veces, y a veces construyendo en estos años de ejercicio de la profesión.
Acerca de las incumbencias, los campos de acción etc. te cuento que si, es cierto, están superpuestas. Y mucho. ¿Sabés por qué? Porque compartimos el mismo objeto de estudio, que es el ser humano, al que nosotros consideramos como sujeto y la Psicología considera individuo y por eso aborda su estudio e intervenciones desde lo particular y no desde lo social, mucho más en estos momentos en que el psicoanálisis está siendo tan cuestionado desde los mismos claustros universitarios donde se están formando psicólogos cognitivos, conductistas y a veces, con mucha suerte, humanistas. Todas escuelas americanas, por si no lo sabías, lo que da cuenta de una profunda brecha entre el abordaje desde la Psicología Social y la Psicología, y esa brecha no está en las paredes ni el techo del edificio “psi” sino en sus mismos cimientos, porque se trata de una diferencia de paradigmas, es decir, ideológica.
Pichón Riviere fue junto con Raskovsky el introductor del psicoanálisis en nuestro país (si tenés ganas de leer te recomiendo “Cuéntame tu vida” de Carlos Balan) y ya lo hizo con una concepción psico-socialm así que fijate desde donde arranca la Psicología Social en este país.
Pichón era psiquiatra y por aquellas épocas eso significaba trabajo en el hospicio y menores recursos económicos. Raskovsky, su amigo, en cambio, generó una línea más ortodoxa psicoanalizando niños de la clase media, por ejemplo, aunque también trabajaba en el Hospital de Niños. Todavía no llegaba Lacán. Estaba de “moda” Melanie Klein, y por eso nosotros estudiamos el psicoanálisis desde esa perspectiva. .
Le pasaron muchas cosas a la Psicología desde entonces. Al principio existían vasos comunicantes entre la Facultad y la Escuela. Bleger, entre otros, daba clases en ambos sitios y Pichón fue nombrado presidente honorario de la Cátedra “Silencios y Ausencias de la Psicología en Argentina” en la UBA. Pero sólo eran los comienzos del devenir de la Psicología y la Psicología Social, transitando, no en el vacío, sino en el contexto de un país profundamente castigado y reprimido.
El proceso cerró varias universidades y transformó sus programas. La Facultad de Psicología, al fin, reabrió lacaniana, por dos motivos, supongo: 1.- que es difícil de entender para los legos, y los censores lo eran 2.- que no estaba orientado a lo social. No me malinterpretes, no estoy criticando a Lacán, a quien introdujo aquí también el mismo Pichón, sino que estoy señalando lo obvio. Te cuento: los milicos eran tan brutos que prohibían, por ejemplo, “Rojo y Negro” de Sthendal, y sin embargo en las librerías de la Calle Corrientes se acumulaban, de oferta, los ejemplares de “El Antiedipo” . Quienes no pudieron exiliarse debieron acudir al “insilio” un neologismo para nombrar el exilio interno. Lacán es un gran teórico, no podemos negarlo...para los franceses. Otra realidad, otro mundo.
Aquí la pobreza, la solidaridad (ahora seriamente amenazada por ideas y estilos que no son los nuestros) reclamaban otros intelectuales, proclamando otras ideologías. Y eso, querida Claudia, es la Psicología Social. Que, a partir de otras ideas, por supuesto, deviene en otras prácticas, las que te están enseñando en la Escuela.
El proceso terminó, pero muchos de sus efectos sobre el mundo académico todavía están activos. El conflicto que enfrenta a Psicólogos y Psicólogos Sociales es una parte muy chiquitita de la fractura que atraviesa nuestra cultura y nuestra sociedad.
Y ojo, Claudia, que no es una fractura en las veredas: lo que se fractura es nuestra propia cabeza. Mirá, por ejemplo: no sabes que triste me pongo cuando a veces escucho a mis compañeros diciendo: -“Ellos pueden atender porque les enseñan psicopatología y a nosotros no”.
Me pongo triste porque algo se nos perdió, también a nosotros, por el camino. Todo Psicólogo Social debe saber que nosotros no hacemos psicodiagnósticos NO PORQUE NO SABEMOS sino porque tenemos una concepción DIFERENTE de la Salud Mental.
Yo, por ejemplo, en mis muchos años de trabajo en Salud Mental, no encontré absolutamente a nadie que no cambie positivamente al ser mejor tratado: cuando se fortalecen los vínculos, se transforma la realidad.¿ Y eso sabes por qué? Porque los Psicólogos sociales no trabajamos con el individuo aislado ni lo sometemos a una categoría psiquiátrica, sino considerando al sujeto en situación, contextuado, histórico y social, alguien que sufre las patologías que su tiempo le depara porque vivimos tiempos patológicos. Pero también alguien que puede transformar su tiempo y su mundo y la Psicología Social dispone de herramientas para ayudar en esa tarea. Cosa que la carrera de Psicología, muy lamentablemente, no ofrece a sus estudiantes.
Esa es la otra cosa que me duele, Claudia: la cantidad de chicos que están aprendiendo teorías ajenas, inútiles, que al final de cuentas terminan con la receta de un psicofármaco. Chicos que se están esforzando tanto como vos lo haces o yo lo hice y a los que están estafando, porque les dicen que no se puede cuando debían decirles que no saben o no quieren. Se trata del Narcisismo, Clau, la enfermedad de nuestro tiempo, una verdadera pandemia. Pero no debo hablar de ese tema, no es mi incumbencia, más bien te puedo recomendar la lectura del discurso con el que Eva Giberti abrió el Congreso de Salud Mental del año pasado 2008 en esta ciudad de los Buenos Aires. Leélo, también está en este blog....
Así que ya vez, Claudia, no se pueden delimitar los campos cuando estamos luchando por conquistar el mismo espacio pero con distintos objetivos.
Otro tema muy importante que tocás es el de la formación personal y la formación profesional. Mirá Clau, ese es un “punto fuerte” de nuestra profesión. Si te fijas en “El proceso grupal” encontrarás un capitulo que se llama “Proyecto para una Escuela de Psiquiatría Social” -lo que llevó a algunos tontos a pretender que nos denomináramos “Psiquiatras sociales”-pero bromas aparte, allí vas a ver que Pichón concebía la Psicología Social en un primer momento como formación para médicos, ya que era imposible garantizar el análisis individual a cada estudiante de psiquiatría. (No existía la carrera de Psicología como clínica)
Yo no sé si en alguna otra disciplina se puede separar al profesional de la persona, pero desde luego en el ámbito psi no se puede. Es obligatorio para cada uno de nosotros realizar un proceso de autoconocimiento, cosa que en la carrera de Psicología queda librada a la buena voluntad de los estudiantes, y en cambio el Psicólogo Social lo hace como parte del proceso de aprendizaje en el Grupo Operativo, ese poderoso instrumento transformador de sus integrantes.
Este es un problema muy serio para la Psicología, como todos sabemos. Tenemos casos lamentables de gente que se dice psicólogo y seguramente no tienen ni dos horas de diván, o bien consiguieron engañar al terapeuta de turno como un caso tristemente célebre de un catedrático de la UBA. Seguramente, sería mucho más difícil que esto ocurriera teniendo que mentir a varias docenas de compañeros con los que te vinculás a lo largo de la carrera de Psicología Social.
Ojo, Clau, no estoy diciendo: “no podría pasar”. Estoy diciendo que sería mas difícil. A lo largo de estos años he visto a muchos “perversos” (y ahora sí lo digo en el sentido psicopatológico del termino) abandonar la carrera antes de terminar siquiera primer año. Nadie los hecha, se van solos. Ya lo sabemos: “es posible mentir a algunos todo el tiempo, a todos algún tiempo, no es posible mentir a todos todo el tiempo”.
!Uno de los beneficios de la formación grupal!
Otro punto que me parece importante es tu demanda a las Escuelas. No es que estoy en contra de que mejoren, por supuesto, y creo que lo hacen, pero no son las encargadas de decir a sus egresados qué tienen que hacer, ni como tienen que hacerlo, en ese sentido en todo caso los que deben pronunciarse son los Colegios, que dictan pautas para el ejercicio de cada profesión. Con respecto a las incumbencias fueron muy bien redactadas por la lic. Gladys Adamson y las podes encontrar en Internet en la pagina de CAECE que corresponde a nuestra carrera . Pero si esto es cierto para todas las profesiones, en el caso de la Psicología Social debemos considerar que estamos formados para la creatividad y el cambio, y seria contradictorio suponer que las escuelas nos deben decir que tenemos que crear o cambiar de antemano.

Con respecto al nombre de nuestra carrera vos decís: “A lo mejor “moleste” el rótulo de "Psicologo” y propones algunos alternativos. Yo te pregunto ¿Y por qué? No es que no existan nombres muy bonitos. En Paraguay existe la carrera de “Ingeniería Social” y me encanta , porque ingeniero viene de ingenio, pero...¿y si se enojan los ingenieros?.
¿Porque “ellos” no se llaman “contadores de traumas” o “maestros del diván” o -como dice el inefable Moffatt- “cafishos de la angustia”?
Nadie se llama de una manera determinada porque sí. Y nadie puede exigir que otro cambie su nombre porque si. Nuestras opiniones debemos fundamentarlas debidamente No es correcto pedirle permiso al vecino a ver que nos deja hacer sólo para que nos devuelva el saludo.
!Mi querida Claudia! En este punto soy intransigente, y es una cuestión de dignidad. Nadie es dueño de las palabras y los psicólogos nada más que de su titulo, que por cierto, es de “psicólogo” en La Plata, aquí en Buenos Aires es de “licenciado en Psicología”.
Hay cosas en la vida que debemos defender, no son cuestiones de “gustos”. Me gusta Melody y Florencia y Anahí, pero YO ME LLAMO ADA Y LA IDENTIDAD NO SE NEGOCIA..
Si vale su desempeño, que lo demuestren en la competencia leal. Para lo demás hay leyes, y van perdiendo todos los juicios en los que se presentan.
Pero entonces: ¿por qué nos hacen la “guerra”?
Puedo darte mi propia teoría: Es, como alguna vez le escuche decir a Tato Pavlovsky, una cuestión de mercado. Existe una enorme demanda, porque hay mucho padecimiento psicológico y muchos están dispuestos a pagar muy bien para ocultar la relación entre salud mental y salud social.
Esta nueva psicología no da respuestas, deriva a psiquiatría. La psicología social en cambio sostiene que el cambio es posible, que todos , mas allá de nuestras condiciones bio-psico-sociales, podemos hacer algo para mejorar esas condiciones propias y ajenas, y que ese algo no es posible en soledad. Que la forma de remediar no es medicalizar a la población -incluidos los niños-, que un abrazo es un remedio aunque no sea un medicamento. Que cada uno de nosotros al cambiar genera cambios en los otros, que “hacer diagnostico” es, de alguna manera, maldecir al otro, al que nos trae su angustia y espera nuestra aceptación, no un rótulo.
Creo que la Psicología Social es una práctica. Una práctica que puede mejorar nuestra calidad de vida, como lo demuestran los miles de psicólogos sociales egresados de escuelas de Psicología Social durante los últimos cincuenta años a lo largo y lo ancho del país.
Creo que el problema es entre inteligencias y el ámbito de discusión el académico, no los tribunales. (En los que, repito, perdieron todas las demandas que hicieron) ¿Se te ocurre que los matemáticos exijan que un juez dictamine entre el álgebra y el análisis matemático? ¿Un físico newtoniano demandando a un defensor de la física quántica? A mi, no se me ocurre.
La Psicología no es una secta y el saber no es un dogma. El conflicto entre paradigmas no se libra sólo en nuestro país. Permitime compartir, por ejemplo, este texto:

“(......)tiene muchos seguidores entre aquellos que no tienen el nivel de doctorado en psicología. Esta popularidad se ha estimulado a causa de su postura de que los profesionales no siempre son los mejor calificados para ayudar a otros. Consideraba que a menudo quienes tienen poca o ninguna educación formal pueden proporcionar las condiciones esenciales de aceptación incondicional, empata y autenticidad. A la inversa, no todos los profesionales altamente capacitados en la salud mental pueden proveer dichas condiciones debido a que, en algunos casos su preparación ha enfatizado técnicas en lugar de formas de relacionarse. Esta postura hizo que lo apreciaran muchas personas que resentían la suposición de que son necesarias las credenciales profesionales a fin de proporcionar terapia y servicios afines. (Todavía hay controversia acerca del tipo de extensión de la capacitación que se necesita)”

¿El nombre de quien pondríamos en el lugar de los puntos suspensivos?
!Cuidado! No es argentino, es norteamericano, es un gran terapeuta y se llama Rogers. Seguramente sabés de quien se trata. Ideológica y conceptualmente está muy cerca de la Psicología Social Argentina. Como ves, la discusión no se da sólo en nuestro ámbito y debemos seguir adelante con ella pero de forma respetuosa. Entre unos y otros y para con nuestras ideas. Aportar argumentos y no agresión. ¿No se trata de eso la salud mental que todos buscamos?

Gracias Claudia por haberme permitido explicarte todas estas cosas que ya son sabidas, pero que siempre es bueno recordar, organizar, discutir. No te parece?

Un fuerte abrazo psicosocial. Ada Fanelli.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Documento APSRA Asociación Psicólogos Sociales República Argentina

Solicitada para circular en Internet e incluir en las Web solidarias
DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL: IMPORTANTE AVISO A LA COMUNIDAD

El Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires (CPPB) se ha declarado en alerta y movilización con motivo de la presentación en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires de un proyecto de ley de regulación del título de Operador en Psicología Social.
Ante ello, la Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina (APSRA) se ve en la obligación de responder los agravios vertidos por dicho colegio y esclarecer la situación:

Hemos de responder detallada y claramente cada una de las acusaciones:

En primer lugar, se equivoca el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires al sostener que la Psicología Social carece de fundamento académico. En esta afirmación el propio colegio se contradice, por cuanto por un lado la acusa de falta de fundamento y por la otra señala que es una de las ramas de la Psicología.
La Psicología Social es una disciplina que nace en la modernidad, cuando el desarrollo socio-histórico pone en primer plano en el análisis filosófico (Hegel, Marx, Comte, etc.) y científico (Durkheim, entre otros), las problemáticas de la historia, el hombre y la sociedad.
Los fundamentos académicos del Psicólogo Social, Operador en Psicología Social y otras modalidades, están dados por los aportes de Kurt Lewin, Wilhelm Wundt, Floyd Allport, Margaret Mead, Gustave Le Bon, Sigmund Freud, Melanie Klein, Robert Baron, Cornelius Castoriadis, Frederick Munné, David Whitaker, Vander Zanden, Jean Leon Beavois, Serge Moscovici, Stanley Milgram entre los extranjeros y entre los argentinos Enrique Pichon Riviere, José Bleger, Fernando Ulloa, Armando Bauleo, Alfredo Moffatt, Ana Quiroga, etc. La gran mayoría de ellos ignorados en la formación académica de los psicólogos del CPBA.
Definimos el campo de conocimiento de la Psicología social, como la indagación del nexo fundante entre el orden histórico-social y la subjetividad. Esto implica investigar las instituciones que expresan ese orden, las distintas formas de articulación entre los sujetos de esos procesos históricos (lo que incluye a las estructuras vinculares, grupales y organizacionales) y su relación con los procesos psíquicos.
En lo que respecta a la carencia de fundamento legal tal afirmación del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires es falsa, por cuanto el título tiene carácter oficial, para lo cual basta revisar las resoluciones RSE. 606/02 RSE 3918.
Incluso el uso del término “Psicólogo Social” ha sido aceptado por la Justicia Argentina ya que en todos los casos en que el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires querelló por usurpación de títulos y honores a algún Psicólogo Social, el colegio perdió el juicio.

En segundo lugar es cierto que los psicólogos pueden especializarse en Psicología Social, pero ello no los pone en mejores condiciones que los Operadores en Psicología Social para trabajar, pues un post grado está lejos de cumplir con los requerimientos formativos, tanto teóricos como prácticos. Un breve repaso a todos los planes de estudio de universidades oficiales o privadas se verá que la Psicología Social apenas consta de tres o a lo sumo cuatro materias del ciclo de grado o de posgrado, mientras que un Operador en Psicología Social cursa no menos de dieciocho materias teóricas y prácticas que van desde psicoanálisis a la psicología social aplicada, pasando por la Teoría de la Construcción de la Subjetividad, Teoría
de las Estructuras Vinculares, Teoría de la Conducta, Psicología de la Vida Cotidiana etc.
Que un Licenciado en Psicología haya estudiado materias de Psicología Social no lo convierte en un profesional apto para incursionar en ese medio, o, lo que es lo mismo, que un médico clínico sepa leer radiografías no lo convierte en radiólogo.

En tercer lugar la frase “Psicología Sin Psicólogos” como una situación escandalosa o perjudicial es falsa. Es como pretender una medicina sólo para médicos, con lo cual los radiólogos o los farmacéuticos o los enfermeros no podrían trabajar, decir “medicina sin médicos” u “obras civiles sin ingenieros” o “justicia sin abogados”, esta restringiendo la participación de otras disciplinas u otros puntos de vista a la vez de pretender usurpar un discurso único y una formación única. ¿Tienen las disciplinas vinculadas a la medicina, la arquitectura, o la justicia, entre muchos otros ejemplos, una formación carente sin fundamento teórico propio? ¿Alguien pude suponer que estas nobles profesiones carecen de fundamento?

El monopolio de los fenómenos psíquicos en la Argentina nunca fue campo exclusivo de la Psicología. En nuestro país, con el aporte crítico del Dr. Enrique Pichon Rivière, se funda una escuela que rompe con una concepción elitista de la ciencia y se plantea que la psicología social, es un instrumento de cambio y transformación social y que tiene que ser accesible a todo aquel que desee instrumentarse como psicólogo social. Apropiándose de conocimientos, método y herramientas interdisciplinarias propias, para operar y conceptualizar el trabajo de campo en procesos institucionales y vinculares y en generar cambios en esos procesos.
Así puede abordar nuevos fenómenos que sufren los sujetos y sus vínculos, que pertenecen a lo social, como las problemáticas estructurales de la sociedad: generados por la pobreza, desocupación, desigualdad, marginalidad, etc., y su nexo con la subjetividad de las personas.

En cuarto lugar, el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires ataca al Operador en Psicología Social aduciendo que pone en peligro la salud de la población por un diagnóstico desacertado o intervenciones mal realizadas. Este ataque demuestra un desconocimiento palmario respecto del rol del Operador en Psicología Social dado que este, por su formación, no diagnostica ni realiza intervenciones psicológicas.
Cabe aquí hacer una diferenciación tajante entre el Psicólogo y el Psicólogo Social. El Psicólogo – siguiendo lo establecido por el Diccionario de la Real Academia Española –es aquella persona dotada de especial penetración para el conocimiento del carácter y la intimidad
de las personas”. El Psicólogo Social no actúa ni sobre el carácter ni sobre la intimidad de las personas, habida cuenta de lo cual mal puede poner en peligro su salud con un diagnóstico
o con una intervención mal realizada.

En quinto lugar, el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires aduce que para ejercer la psicología en la provincia es necesario tener un título de grado y matricularse en el colegio correspondiente según la ley 10306. Esta es una falacia porque la referida ley ya desde el artículo 1ro. habla del ejercicio de “la actividad profesional del Psicólogo” y no “de la Psicología” . Es decir, la ley centra su desarrollo en el título concreto de Licenciado en Psicología y Psicólogo y no en otros títulos. Por lo tanto es falso que con la promulgación de una ley que regule a los Operadores en Psicología Social y otros, se viole normativa alguna. Una ley para Psicólogos y Licenciados en Psicología (ley 10306) y otra muy distinta para los Operadores en Psicología Social. Como ocurre con los colegios de ingenieros, de agrimensores o de arquitectos, todos coinciden en actividades como las obras civiles pero cada uno con su incumbencia. El Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires engaña intencionalmente a la población al pretenderse “colegio de todas las prácticas de la psicología”, cosa que no es cierta.

En Sexto lugar el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires dice equivocadamente que sólo un psicólogo con título de grado y matriculado puede intervenir en instituciones, grupos y comunidades. Ello no es cierto, dado que si ello fuera así sería ilegal el ejercicio de la mediación, el arbitraje, la asistencia social, la capacitación, etc. El gran error de todo esto es considerar al Operador en Psicología Social como un psicólogo devaluado o como un profesional que pretende inmiscuirse en el ejercicio de la Psicología. Ello no es así, por el contrario el Operador tiene su área de trabajo, su metodología, su técnica específica y sus propias incumbencias .En efecto, el Operador en Psicología Social trabaja en ámbitos y espacios donde, interactuando grupos de personas, pueden identificarse fenómenos psicosociales. Estos se dan en instituciones, en familias, en organizaciones, comunidades etc. promoviendo una participación activa frente a los problemas sociales que se suscitan, contribuyendo a la búsqueda de soluciones.
Nuestra práctica en tragedias como la AMIA, Lapa, Austral, Cromañon, inundaciones de Santa Fe, en el largo período de altos índices de desocupación y varios motines carcelarios, mostraron la idoneidad, la profesionalidad, y el temple de los psicólogos sociales.
El trabajo del Psicólogo Social apunta al desarrollo del espacio grupal, dado que cuando se produce la interacción humana, cuando las personas participan de problemas sociales
comunes, la reflexión y la comunicación entre sus miembros trae aparejado el aprendizaje y éste trae también una nueva forma de adaptarse a la realidad, una forma activa.
Tal vez sea por eso que es una profesión tan cuestionada ¿a quien le sirve una sociedad sana, reflexiva, participativa, comprometida y hasta combativa de situaciones de injusticia, de
opresión, y de alienación a los que nos tiene acostumbrados o no la actual sociedad de consumo?

El mundo es otro, nuestro país cambió. Vivimos momentos de crisis muy profundos. Los problemas sociales que tenemos que abordar son tan complejos y graves, que requieren el aporte de todas las disciplinas que de una manera u otra, se preocupan por las consecuencias que ellos traen, particularmente en lo que se refieren a las resonancias psíquicas sobre las personas. Estamos convencidos que se impone por lo menos, un trabajo interdisciplinario para abordarlos.

En nuestros más de 20 años de prácticas psicosociales desde APSRA, hemos compartido nuestra labor y seguimos haciéndolo, con centenares de psicólogos, trabajadores sociales, consultores y otras especialidades., en escuelas, hospitales, entidades públicas y privadas.
Cada uno desde su lugar, desde su rol o función, contribuyó a resultados beneficiosos para los grupos de personas, las instituciones o las comunidades. Aprendimos todos.
Lamentamos que no pudiéramos debatir públicamente con el Colegio de Psicólogos de la Pcia de Buenos Aires, porqué la formación de los psicólogos sociales en la Argentina es aún más antigua que la formación en psicología lo que indica que no es una simple especialización y por eso tiene que tener un lugar propio, en el mundo académico.

Por último, la actitud asumida por la actual comisión Directiva del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires viola abiertamente el artículo 14 de la Constitución Nacional, según el cual todos los habitantes tienen derecho a ejercer su industria lícita y a asociarse con fines útiles y pretende negar el derecho a trabajar de más de tres generaciones de Psicólogos Sociales que ya trabajan abiertamente y sin inconvenientes en otras provincias y están incluidos en el nomenclador de la Ciudad de Buenos Aires.
Esta conducta esta tipificada por el artículo 1 de la ley anti discriminación Nº 23.592 que sanciona a quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional.
Tal norma considera como actos particularmente discriminatorios los que ustedes realizan por estar basados en opiniones políticas o gremiales.
Esperamos que la proposición de debate realizada por carta al Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires y enviada día 7 de noviembre por nuestra institución - de la cual a la fecha no hubo respuesta - sea aceptada y podamos públicamente exponer nuestras opiniones y aunar esfuerzos profesionales.

Por todo lo expuesto solicitamos al referido Colegio de abstenerse de hacer circular informaciones falsas o interpretaciones carentes de sustento legal o fáctico, bajo apercibimiento de denunciar, demandar por daños y perjuicios y querellar penalmente al colegio como institución y como formadores de la voluntad de dicha entidad, por violación a las normas constitucionales anteriormente enunciados. Volvemos a invitar a Colegio (CPPB) a generar un espacio de diálogo constructivo y no obstructivo, con el objetivo de aportar soluciones que redunden en beneficio de toda la comunidad.




María Del Carmen Barcia Joaquín Pichon Rivière
Secretaria APSRA Presidente APSRA

lunes, 20 de octubre de 2008

Solicitada APSRA

Adherimos al contenido de esta solicitada, por lo que desde aquí colaboramos para su difusión. Lic. Ada Fanelli

AVISO A LA POBLACION

Habida cuenta que el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires se
ha declarado en alerta y movilización con motivo de la presentación en la
Legislatura de la Provincia de Buenos Aires de un proyecto de ley de regulación
del título de Operador en Psicología Social la Asociación de Psicólogos
Sociales de la República Argentina se ve en la lamentable obligación de
responder los agravios vertidos por dicho colegio y esclarecer la situación:

El Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires acusó a los
Operadores en Psicología Social y a quienes promueven una ley que regule su
ejercicio profesional de los siguientes hechos:
a. Que la Psicología Social y su título oficial “Operador en Psicología
Social” carece de fundamento académico y base legal, careciendo de
conocimientos teóricos y de entrenamiento práctico.
b. Que la Psicología Social es una especialización de la carrera de
Psicología y no una disciplina autónoma.
c. Con esta ley se promovía “el ejercicio de la psicología sin
psicólogos”
d.Que con su accionar se atentaba contra la salud de la población por el
peligro de un diagnóstico desacertado o intervenciones mal realizadas.
e. Que para ejercer la psicología era necesario tener un título de grado y
matricularse en el colegio correspondiente según la ley 10306.
f. Que sólo un psicólogo con título de grado y matriculado puede intervenir
en instituciones, grupos y comunidades.

Hemos de responder detallada y claramente cada una de estas acusaciones:
En primer lugar (punto “a”)se equivoca el Colegio de Psicólogos de la
Provincia de Buenos Aires al sostener que la Psicología Social carece de
fundamento académico. En esta afirmación el propio colegio se contradice, por
cuanto por un lado acusa de falta de fundamento y por el otro señala que es una
de las ramas de la psicología. Los fundamentos académicos del Operador en
Psicología Social están dados por los aportes de Kurt Lewin, Wilhelm Wundt,
Floyd Allport, Gustave Le Bon, Sigmund Freud, Melanie Klein, Robert Baron,
Cornelius Castoriadis, Frederick Munné, David Whitaker, Vander Zanden, Jean
Leon Beavois, Serge Moscovici, Stanley Milgram entre los extranjeros y entre los
argentinos Enrique Pichon Riviere, Ana Quiroga, José Bleger, etc. Para mayor
abundamiento un breve repaso a la obra “Psicología de masas y análisis del
Yo” de Sigmund Freud da una idea clara de la diferencia entre un Psicólogo y
un Psicólogo Social.
En lo que respecta a la carencia de fundamento legal tal afirmación del
Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires es falsa, por cuanto el
título tiene carácter oficial, para lo cual basta revisar las resoluciones
RSE. 606/02 RSE 3918.-
Incluso el uso del término “Psicólogo Social” ha sido aceptado por la
Justicia Argentina ya que en todos los casos en que el Colegio de Psicólogos de
la provincia de Buenos Aires querelló a algún Psicólogo Social perdió el
juicio.

En segundo lugar (punto “b”)es cierto que los psicólogos pueden
especializarse en Psicología Social, pero ello no los pone en mejores
condiciones que los Operadores en Psicología Social para trabajar. Ello por
cuanto de un breve repaso a todos los planes de estudio de universidades
oficiales o privadas se verá que la psicología social apenas consta en tres o
a lo sumo cuatro materias del ciclo de grado o de posgrado, mientras que un
Operador en Psicología Social cursa no menos de dieciocho materias teóricas y
prácticas que van desde psicoanálisis a la psicología social aplicada,
pasando por la Teoría de la Construcción de la Subjetividad, Teoría de las
Estructuras Vinculares, Teoría de la Conducta, Psicología de la Vida Cotidiana
etc. Que un licenciado en psicología haya estudiado materias de Psicología
Social no lo convierte en un profesional apto para incursionar en ese medio, o,
lo que es lo mismo, que un médico clínico sepa
leer radiografías no lo convierte en radiólogo, que sepa diagnosticar en
base a un análisis no lo convierte en extraccionista o en anestesista.

En tercer lugar (punto “c”)la frese “Psicología Sin Psicólogos” como
una situación escandalosa o perjudicial es falsa. Es como decir “medicina sin
médicos” o “obras civiles sin ingenieros” o “justicia sin abogados”,
como si dentro de la medicina no hubiera enfermeros, anestesistas, radiólogos,
dentistas, o en las construcciones no hubieran arquitectos, decoradores,
proyectistas. El Colegio de Psicólogos Sociales detrás de esta frase
“Psicología sin Psicólogos” esta restringiendo el ingreso de otras
disciplinas u otros puntos de vista sobre la psicología y pretende un discurso
único y una formación única. No sería nada raro que detrás de esta defensa
se escondan intereses económicos en cuanto al cobro de matrículas, que serían
fácilmente superables si el aludido Colegio permitiera el acceso a la
institución de Operadores en Psicología Social, como ya están haciendo otros.
Pretender una psicología sólo para
psicólogos es como pretender una medicina sólo para médicos, con lo cual
los radiólogos o los farmacéuticos o los enfermeros no podrían trabajar, por
tener – al decir del aludido colegio - una formación carente de fundamento
teórico.¿alguien pude suponer que estas nobles profesiones carecen de
fundamento?.

En cuarto lugar (punto “d”)el Colegio de Psicólogos de la Provincia de
Buenos Aires ataca al Operador en Psicología Social aduciendo que pone en
peligro la salud de la población por un diagnóstico desacertado o
intervenciones mal realizadas. Este ataque demuestra un desconocimiento palmario
respecto del rol del Operador en Psicología Social dado que por su formación,
ni diagnostica ni realiza intervenciones psicológicas. Cabe aquí hacer una
diferenciación tajante entre el Psicólogo y el Psicólogo Social. El
psicólogo – siguiendo lo establecido por el Diccionario de la Real Academia
Española – es aquella persona dotada de especial penetración para el
conocimiento del carácter y la intimidad de las personas” el Psicólogo
Social no actúa ni sobre el carácter ni sobre la intimidad de las personas,
habida cuenta de lo cual mal puede poner en peligro su salud con un diagnóstico
o con una intervención mal realizada.

En quinto lugar (punto “e”) el Colegio de Psicólogos de la Provincia de
Buenos Aires aduce que para ejercer la psicología en la provincia era necesario
tener un título de grado y matricularse en el colegio correspondiente según la
ley 10306. Esta es una falacia porque la referida ley ya desde el artículo 1ro.
Habla del ejercicio de “la actividad profesional del Psicólogo” y no “de
la Psicología” Es decir, la ley centra su desarrollo en el título concreto
de licenciado en Psicología y Psicólogo y no en otros títulos. Por lo tanto
es falso que con la promulgación de una ley que regule a los Operadores en
Psicología Social se viole normativa alguna. Una ley para Psicólogos y
Licenciados en Psicología (ley 10306) y otra muy distinta para los Operadores
en Psicología Social. Como ocurre con los colegios de ingenieros, de
agrimensores o de arquitectos, todos coinciden en actividades como las obras
civiles pero cada uno con su
incumbencia. El Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires engaña
a la población al pretenderse “colegio de todas las prácticas de la
psicología”, cosa que no es cierta.

En Sexto lugar (punto “f”) el Colegio de Psicólogos de la Provincia de
Buenos Aires dice equivocadamente que sólo un psicólogo con título de grado y
matriculado puede intervenir en instituciones, grupos y comunidades. Ello no es
cierto, dado que si ello fuera así sería ilegal el ejercicio de la mediación,
el arbitraje, la asistencia social, etc. El gran error de todo esto es
considerar al Operador en Psicología Social como un psicólogo devaluado o como
un profesional que pretende inmiscuirse en el ejercicio de la psicología. Ello
no es así, por el contrario el Operador tiene su área de trabajo y su técnica
específica. En efecto, el Operador en Psicología Social trabaja en ámbitos y
espacios donde se da el fenómeno grupal, donde interactúan grupos de personas.
No discrimina dentro de cada grupo quien es quien y hurga mediante el método
del psicoanálisis en el conocimiento de su carácter o su intimidad, sino que
trabaja sobre
conjunto de personas. Estas se dan en instituciones, en familias, en
organizaciones, comunidades etc. Ello por cuanto por cuanto se dan dos
circunstancias: a) del aporte de los autores antes citados se desprende que
dentro de esos grupos se dan constantes de interacción que facilitan el
desarrollo de estos grupos o comunidades b) porque la psicología social aporta
al conocimiento humano una herramienta nueva, que es la teoría y técnica del
grupo operativo. En definitiva mientras el Psicólogo actúa sobre la psiquis
de la persona cuando esta adolece algún tipo de problema (por llamar de alguna
manera a la neurosis o la psicosis) buscando las causas y la salud del enfermo,
el Operador en Psicología Social actúa antes de esa etapa, en los grupos
(familia, empresa, club, institución, dependencia pública etc.) promoviendo la
salud, tratando de conseguir que los integrantes de esos grupos desarrollen una
relación con la realidad que no los
enferme. Por ejemplo, mediante una crisis financiera de un país como la
vivida en el 2001, mientras el psicólogo trabaja sobre quienes sufrieron las
consecuencias de la misma en su aparato psíquico (fobias, miedos, ansiedades,
distintas neurosis o psicosis) el Operador en Psicología Social trabaja en los
grupos donde se desarrolla el individuo para evitar que este se enferme. Un
claro ejemplo de lo dicho fue el caso del Hospital Borda en el año…..
(X)donde ante una huelga de enfermeros, Enrique Pichón Riviere capacitó a los
enfermos más aptos para desarrollarse como enfermeros, para lo cual generó una
práctica de reunión de grupos dos veces por día. Asombrosamente, estos
nuevos enfermeros resultaron ser mucho mas humanos y prácticos que los
huelguistas e incluso quienes se desarrollaron de esa manera obtuvieron el alta
rápidamente. En definitiva se creó un trabajo grupal que permitió superar la
crisis. Por eso los Psicólogos Sociales
están plenamente capacitados para obrar en casos de crisis, emergencias
sociales etc. y ya demostraron su idoneidad y su temple y tragedias como las de
Lapa, Austral, Cromagnon, inundaciones de Santa Fe y varios motines carcelarios,
dado que conocen a la perfección cómo actúan los seres humanos en grupo,
cuales son las leyes de actuación de esos grupos, cuales son los roles que se
ven en los grupos y cuales son las motivaciones internas de la aparición de
dichos roles. El trabajo del psicólogo social apunta al desarrollo del grupo,
dado que cuando se produce la interacción humana, cuando las personas
participan de problemas comunes, la comunicación entre sus miembros trae
aparejado el aprendizaje y el aprendizaje trae también una nueva forma de
adaptarse a la realidad. Tal en concepto de salud mental, quien se adapta a la
realidad, quien no se deja arrastrar por una crisis personal o comunitaria sino
que busca soluciones es quien no se
enferma, quien se mantiene en constante juego de adaptación a los buenos y
malos momentos. Todo ello se obtiene mediante una técnica propia de la
psicología Social, la técnica de Grupo Operativo. Por eso el ámbito de
trabajo del Operador en Psicología Social no esta en el intimo receptáculo de
un consultorio donde el paciente cuenta sus vivencias recostado en un diván,
sino que está en las villas de emergencia, en los barrios pobres, en las
inundaciones y demás sitios de desastres naturales, en las cárceles, en las
tragedias, en los conflictos gremiales, en las crisis sociales, en las familias
con conflicto, en casos de desocupación, subocupación, emergencias sanitarias
y ocupacionales, exacerbado consumismo, etc. Siempre buscando que los seres
humanos, ante una situación que pone en peligro su estabilidad emocional se
organicen, busquen estrategias superadoras del conflicto, se ayuden y colaboren
en torno a una tarea común. Tal vez sea
por eso que es una profesión tan cuestionada ¿a quien le sirve una sociedad
sana, reflexiva, participativa, comprometida y hasta combativa de situaciones de
injusticia, de opresión, y de alienación a los que nos tiene acostumbrados o
no la actual sociedad de consumo? ¿o tal vez será que personas mentalmente
sanas y adaptadas a la crítica realidad que nos toca vivir, interactuando en
medios grupales no son asiduos concurrentes a los consultorios de los
psicólogos?
Por último la actitud asumida por la actual comisión Directiva del Colegio de
Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires viola abiertamente el artículo 14
de la Constitución Nacional, según el cual todos los habitantes tienen derecho
a ejercer su industria lícita y a asociarse con fines útiles y pretende negar
el derecho a trabajar de mas de tres generaciones de Psicólogos Sociales que ya
trabajan abiertamente y sin inconvenientes en otras provincias y se encuentran
oficialmente reconocidos por el propio Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Esta conducta esta tipificada por el artículo 1 de la ley antidiscriminación
N° 23.592 que sanciona a quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o
de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los
derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional.
Tal norma considera como actos particularmente discriminatorios los que ustedes
realizan por estar
basados en opiniones políticas o gremiales.
Por todo lo expuesto solicitamos al referido Colegio a abstenerse de
informaciones falsas o interpretaciones carentes de sustento legal o factico,
bajo apercibimiento de denunciar, demandar por daños y perjuicios y querellar
penalmente a al colegio como institución y a cada uno de los miembros como
formadores de la voluntad de dicha entidad, por violación a los Derechos
Humanos anteriormente enunciados.
Joaquín Pichón Riviere
Presidente de APSRA
Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina





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viernes, 12 de septiembre de 2008

Artículo del "Tato" Pavlovsky. Obligatorio leer.

Página/12

PSICOLOGIA › UN DIALOGO ENTRE CHICOS TAN DIFERENTES
El gordo y el flaco



Por Eduardo Pavlovsky

Desde Caballito partió una familia en su coche hacia el norte argentino para pasar sus vacaciones. Al llegar a un lujoso hotel de la ciudad, el padre le recomendó a su hijo Mario que realizara los cuarenta y cinco minutos que el médico le había recomendado como caminata diaria.

El lugar era bellísimo y una vez cambiado en su ropa de sport, Mario zarpó tomando una calle que le pareció la más atractiva. Luego fue explorando otras rutas hasta llegar a un conjunto de casas de adobe; en la puerta de una de ellas encontró sentado a un niño que tendría su misma edad.

Mario: ¿Cómo te llamas?

–Julián –respondió el niño que parecía alcanzar los 12 años de edad.

Mario: Te noto muy flaco. Estás esquelético. ¿No morfás?

Julián: Tomo desayuno con mate cocido y una galleta. Después almuerzo algo de verduras y una sopa. A la noche no comemos.

Mario: ¡Tenés que comer!

Julián: No siempre hay. En casa somos ocho. Tengo cinco hermanos menores y el viejo y la vieja. Con lo que gana el viejo no nos da para morfar a la noche a todos. A veces cenamos tres. Otras veces los otros tres. Papá y mamá casi nunca comen. Dicen que es bueno no comer a la noche. ¡Qué sé yo! La vieja me enseño un método para no tener hambre a la noche. Me dice que mire un punto fijo, que no deje de mirarlo y que relaje los músculos hasta los esfínteres. El hambre se me pasa. Y vos, ¿qué morfás que estás tan gordo?

Mario: Me morfo todo. Abro la heladera y me hago un plato grande con lo que encuentro: fideos, pedazos de carne, me gustan mucho el puré y el lechón, pizza y ravioles. Además, siempre en casa mamá hace tortas y yo me llevo dos pedazos grandes –a veces tortas de frutilla y chocolate– y me hago una bandeja y voy a ver televisión. El año pasado pesaba 62 kilos, pero este año aumenté mucho porque como mucho chocolate, peso 73 kilos. A veces en el quiosco me compro diez alfajores de chocolate. Me vuelve loco el chocolate y me los morfo todos. Después me siento pesado. A veces, no siempre, vomito cuando me siento muy cargado. Me gusta morfar viendo fútbol o a Tinelli. Es una fiesta. Primero lo salado y después me empacho con dulces. Ver televisión me encanta. Me paso horas viendo televisión y morfando. Después la computadora, y a veces leo las lecciones del colegio. Pero los ojos se me cierran y entonces me apoliyo. Ultimamente no duermo bien. Por eso mis viejos me llevaron a la prepaga.

Julián: ¿Qué es una prepaga?

Mario: Una prepaga es un servicio médico que el viejo paga para toda la familia. Somos cuatro.

Julián: ¿Es cara la prepaga?

Mario: Es de las mejores y por 2500 pesos por mes tenés asegurada la salud de toda la familia. A mí me llevaron por mi obesidad. Una consulta. Y tuvimos la suerte que ahora las prepagas te cubren la obesidad.

Julián: Cubren, ¿qué es?

Mario: Te pagan el tratamiento. Una dieta muy estricta y ejercicios físicos. Por ahora caminar.

Julián: ¿Caminar?

Mario: Tengo que caminar cuatro kilómetros cuatro veces por semana y hacer la dieta. Caminar camino, como hoy que vengo caminando del hotel hasta llegar a tu casa. Pero lo hago una vez por semana. Me canso enseguida. Me fatigo. Pero morfar no puedo dejar de morfar. No me van a joder la vida con la comida. Eso es privado. El médico me reta porque no bajo y yo le digo que cumplo el tratamiento. Hoy me morfé asado, una raviolada, torta pascualina y me comí cinco alfajores de chocolate de postre. ¿Y vos en qué grado estás?

Julián: Yo ya no puedo ir a la escuela. Fui cuatro años. Queda a diez kilómetros y el viejo se lleva la bicicleta para ir a laburar. Yo como estoy no puedo ir caminando. Me duelen las piernas. Al principio lo hacía. Pero ya no puedo.

Mario: ¿Y qué hacés todo el día?

Julián: Me quedo en casa cuidando a mis hermanitos y ayudando a la vieja. Para colmo nos quieren aumentar el alquiler. La vieja hace pastelitos de membrillo para ganar algo y ayudar al viejo.

Mario: ¿Y no ves televisión?

Julián: Cuando voy a la ciudad con el viejo a veces veo algún partido. Pero muy de vez en cuando. Hay un bar que transmite los partidos.

Mario: No tener tele debe ser terrible.

Julián: Lo terrible es no poder morfar bien todos los días y no poder subir de peso. ¿Vos cuánto pesás?

Mario: 73 kilos, pero tengo 11 años.

Julián: Yo tengo 12 años y peso 39 kilos. Estamos jodidos los dos. Vos por mucho y yo por poco.

Mario: Te cuento que yo conozco pibes pobres que están gordos como yo. Se comen diez panes por día los locos. Conozco otros pibes pobres que traen comida del basural de León Suárez. Sacan la comida de las bolsas de basura que deja la gente. Y morfan bien. Como dice el viejo “aquí en la Argentina el que no come es porque no se la rebusca bien”.

Julián: ¿Vos crees en Dios?

Mario: Voy a un colegio católico, pero creer en Dios, creer en Dios, no. No creo.

Julián: Yo sí, mi viejo también. A veces rezamos juntos para que Dios nos ayude.

Mario: ¡Dejate de joder! Comprate o pedí prestado una bicicleta y andá al colegio.

Julián: A mamá una tía le paga una vez al año el viaje a Buenos Aires para ir a pedir ayuda a San Cayetano.

Mario: ¿Y la ayudó?

Julián: A estar en paz, así dice ella y yo le creo.

Mario: ¿Y vos creés que San Cayetano los puede ayudar? ¿En serio lo decís?

Julián: Yo no lo sé. Pero lo bueno es creer. Tengo esperanzas. Si no, ¿quién te ayuda? Decime, ¿quién nos puede ayudar?

Mario: Qué sé yo. ¿Y si te pasa algo hay algún hospital?

Julián: Tenemos cerca un dispensario con un médico que viene dos veces por semana. Pero le falta de todo. El otro día un hermanito mío se hizo una herida y el médico no lo podía coser porque no tenía hilo. Sin embargo, se las arregló para juntar los bordes de la herida con tira emplástica. Un buen médico.

Mario: ¿Es gratis?

Julián: Y claro, no podríamos pagar. En la ciudad hay un hospital, pero los médicos se quejan de que falta algodón, aparatos de cirugía, enfermeras, medicamentos. De todo falta.

Desde lejos se ve llegar en bicicleta al padre de Julián. Es un hombre envejecido de unos 40 años. Al llegar lo observa detenidamente a Mario. “Che, pibe, estás obeso. Cuidate. ¿Vos sos de Capital Federal? Casi todos los pibes obesos viven allí. Cuidate pibe que después se te puede complicar con el corazón y la diabetes. ¡Hacé una dieta! ¡Comé menos! Te lo digo por tu bien. Me lo dijo un médico de la ciudad.

Mario lo mira. Los tres se miran y Mario sin decir palabra comienza a recorrer el camino de retorno. A los 50 metros de caminata se fatiga y dice: ¡Qué carajo saben estos indios de mierda! ¡Y opinan de medicina! ¡Lindo país tenemos con estos analfabetos! Se vuelve a detener fatigado y comienza a llorar desconsoladamente.

Imperdible!!!!! articulo de Emiliano Gallende. 11-09-08 Pagina 12

PSICOLOGIA › SOBRE LA MEDICALIZACION DEL MALESTAR PSIQUICO
Psicofármacos y “la ilusión de no ser”



Por Emiliano Galende *

Los problemas de la salud mental se han expandido, su complejidad se ha hecho evidente por sí misma. De lo que se trata hoy va más allá del asilo, las cadenas, el encierro, el adoctrinamiento simbólico por la institución de la psiquiatría. El encierro, la contención y el disciplinamiento mismo pueden dejar de ser necesarios si la ideología psiquiátrica positivista logra imponerse definiendo la condición de “paciente” como ajena al dominio de la experiencia humana con sentido. Si la ansiedad, la tristeza profunda, la imposibilidad de conciliar el sueño, la inquietud y desatención de los niños, las obsesiones y las dudas que afectan a mujeres y hombres de nuestro tiempo son aceptadas como enfermedades y pasibles de su tratamiento por medios técnicos artificiales, esta psiquiatría positivista habrá finalmente consumado sus objetivos, ahora por medios menos violentos con los que persiguió este mismo objetivo en el siglo XIX y en los manicomios actuales. Si se logra definir que estas emociones y sentimientos humanos son “procesos patológicos”, no importa tanto si se lo atribuye al cerebro, a lo medioambiental o a la sociedad, nadie podrá en su sano juicio pedirle a la gente común que no trate de librarse de él por medio de algún remedio.

D. Ingleby señala: “La psiquiatría carga sobre sí misma la responsabilidad del dolor y la frustración de las personas; confisca sus problemas, los redefine como ‘enfermedades’ y (con suerte) extermina los síntomas. Venid a mí, todos los que trabajáis y estáis sobrecargados y yo os daré... olvido. A medida que este aparato se perfeccione, más y más se aleja hacia el futuro el objetivo de una sociedad verdaderamente adecuada para que en ella vivan los seres humanos”.

Desandar la enorme mistificación de la vida y sus padecimientos que los códigos de la psiquiatría han edificado en sus doscientos años de existencia, agregando la nueva fuerza y los enormes recursos económicos que le aporta su sociedad innegable con la industria farmacéutica no resulta tarea sencilla. Pero cabe confiar que este poder exacerbado actualmente, esta nueva hegemonía del antiguo positivismo, como nos lo enseña la historia, está a la vez anunciando su decadencia y su imposibilidad de respuesta a lo esencial del sentir y el pensar del hombre.

En la situación en que estamos hoy en el campo de la salud mental, es ineludible preguntarnos acerca de por qué razones la gran conmoción intelectual y política de los años sesenta, que cuestionó y puso en crisis todo el edificio doctrinario y práctico de la psiquiatría positivista y de la institución asilar, desde su saber, su metodología, su estilo intelectual de conocimiento, que llevaron a un replanteo de sus prácticas diagnósticas y sus tratamientos, no logró detener esta tendencia histórica a la recaída en el antiguo positivismo biológico. Reconocemos que en muchos países, especialmente de Europa, este período dio lugar a grandes reformas en los sistemas de atención, el cierre de hospitales psiquiátricos y su reemplazo por servicios comunitarios, el vuelco de la atención al primer nivel del sistema de salud y la inclusión de otros profesionales en las prácticas del sector (psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, etc.). No ocurrió así en los países llamados periféricos, que manteniendo lo esencial del modelo asilar fueron mucho más rápidamente aptos para la instalación de esta nueva medicalización de la vida. Si bien la crisis de los años sesenta estaba planteada en la psiquiatría y la institución asilar, abarcó y tuvo impacto en el conjunto de las ciencias humanas. La deconstrucción de la institución psiquiátrica develó al mismo tiempo los juegos entre el poder de las disciplinas, su papel como aparatos ideológicos (Althusser), su función social de disciplinamiento y control (Foucault). El develamiento de un mismo régimen de “institución total” mostrado por Goffman en el hospital psiquiátrico, la cárcel, los institutos de menores, se constituyó en un nuevo indicador para comprender la función sobre la subjetividad de este poder institucional. Las convincentes demostraciones de Foucault en relación con las formas del saber y su relación con la dominación, capaces de generar formas de subjetividad con la marca de la disciplina, que llevaron a conceptos hoy vigentes en las ciencias sociales como el de “institucionalización” y “producción subjetiva”. La emergencia de un nuevo modo de comprender por el cual se devela que las teorías no son reflejo de ninguna realidad objetiva sino constructoras de su objeto, surgido en estos años y hoy reconocido en todas las disciplinas humanísticas. La crítica al positivismo en la medicina y en el campo de la salud, que influyó y hoy sostiene mucho de los movimientos de Salud Colectiva. El retorno a la compresión de la subjetividad como agente a la vez no autónomo ni consciente de su propia producción, que inspira (especialmente por influencia del psicoanálisis) muchas de las teorías sociales y políticas vigentes.

Todos estos cambios intelectuales se dieron en forma conjunta mostrando lo fecundo de aquellos nuevos principios de la crítica, que ponían sobre la escena social a los grandes críticos de la razón moderna, Marx, Nietzsche, Freud, cita obligada en toda la producción de una nueva cultura intelectual. Los movimientos críticos de la psiquiatría formaron parte de este giro en los modos de pensar y hacer, uniendo a una racionalidad crítica la defensa de los derechos humanos, el cuestionamiento al autoritarismo de la disciplina, la función ideológica que cumplía la institucionalización. Especialmente los llamados movimientos de la antipsiquiatría (Laing, Cooper, Basaglia, Castel, Szasz) y también de otros que, sin la oposición antipsiquiátrica, se propusieron desarrollar una nueva interpretación del sufrimiento mental en relación con la cultura y la vida social (Marcuse, Sayers, Wing, Brown, Ingleby, Fanon, Sennet, Esterson, Mannoni, Busfierd, etc.)

Es probable que no haya una única respuesta a esta situación, de hecho queda la pregunta ya formulada de cuánto los cambios en la cultura de estos años han influido, han hecho más funcionales a los criterios de la psiquiatría las creencias y los comportamientos prácticos de las personas. Quiero al menos intentar una respuesta, enfocando uno de los nuevos poderes en este campo, me refiero a la industria farmacéutica. Poder no desestimable si tenemos en cuenta que (en 2004) vendió cerca de seiscientos mil millones de dólares y que la producción y venta de psicofármacos, rubro medio hasta los años ochenta, alcanza en los últimos años los primeros puestos entre la venta general de medicamentos.

Está claro que este nuevo mercado no puede dejar de proteger e incrementar sus intereses económicos, y estos intereses vienen de la mano de la investigación científica. Está claro que de ninguna manera cuestiono el valor de la investigación y la ayuda financiera de la industria a esta investigación, ni tampoco desconozco el valor de alivio que estos nuevos psicofármacos significan para muchas personas; lo que trato de comprender es el funcionamiento social real de este poder económico en el campo de la salud mental. Hubo en estos años al menos tres procesos, relativamente nuevos para el campo de la salud mental, que tenían antecedentes, aun cuando en menor escala, en la medicina general. En primer lugar, la industria aplica enormes recursos económicos a la investigación neurobiológica y genética, en gran parte dirigidos a la producción de nuevas moléculas químicas; un noventa por ciento de la investigación actual en este sector está financiada por la misma industria, en laboratorios propios, financiando universidades y laboratorios privados. Es obvio que la producción científica está direccionada a la producción de conocimientos en el cual se alimenta hoy gran parte del saber de los psiquiatras. En segundo lugar, desde hace años, bajo el eslogan de la “década del cerebro”, la industria desarrolla una política amplia de difusión, dirigida a crear y fortalecer el mercado para sus productos. Estos objetivos se dirigen en dos direcciones. Por un lado, a través de medios masivos de comunicación: periódicos, revistas, televisión, noticieros, documentales en cine, etc., en los cuales se anuncian periódicamente nuevos descubrimientos “científicos” sobre el comportamiento humano y sus malestares, e indica que la “ciencia está tras ellos” para combatirlos: pronto estará el anuncio del nuevo remedio (ver la campaña por el alprazolan en Estados Unidos, luego por la foxetina, últimamente por el Viagra). Por otra parte, una política similar de propaganda se dirige al sector profesional (que es el que en definitiva vende estos productos): artículos en revistas científicas, publicación de nuevos estudios, financiando libros y revistas, organizando simposios donde se exponen los nuevos productos y sus beneficios, financiando la realización de congresos. Gran parte de la literatura científica actual sobre las neurociencias y la aplicación de fármacos en psiquiatría proviene de esta industria. En tercer lugar, asistimos, como parte de esta política, a una nueva asociación entre la industria farmacéutica y las corporaciones de los especialistas. Por esta asociación la industria financia la realización de congresos, las publicaciones de las asociaciones profesionales, viajes de placer, jornadas especiales sobre un nuevo producto, etc. Quienes asisten últimamente a estos congresos podrán observar que su montaje es progresivamente más dependiente de los laboratorios y sus criterios de comercialización que de los criterios científicos de la disciplina. Muchas de estas actividades están dirigidas a promover determinados liderazgos científicos entre profesionales más aptos para plegarse a los objetivos comerciales de la industria. En su conjunto, todas estas acciones convergen para potenciar la medicalización, generar la ilusión de que para cada malestar de la existencia tendremos el remedio adecuado para eliminarlo, sin necesidad de detenernos en preguntarnos por sus razones. Es tal la magnitud de este nuevo poder, y de esta asociación con las corporaciones profesionales, que recientemente se está promoviendo en el ámbito legislativo en Estados Unidos una ley para limitar y controlar esta relación económica entre industria y profesionales.

* Fragmento del libro Psicofármacos y salud mental. La ilusión de no ser, de reciente aparición (Lugar Editorial).

lunes, 11 de agosto de 2008

Carta Abierta A Mirtha Viamonte-Ada Fanelli

Querida Mirtha:
Se cierra un capítulo más del acoso a la Psicología Social. No es, desde luego, una historia fácil de entender. Se entrecruzan ideologías -muy bien- e intereses privados -muy mal-. Pero también, y es lo lamentable, mucho desconocimiento de quienes tendrían que saber y falta de interés de quienes tendrían que comprometerse. ¿por qué fuiste víctima de la judicialización? ¿quienes lo hicieron? ¿con qué objetivos? ¿cuál fue tu defensa?
Las palabras "algo habrá hecho" o "por algo será" de otras épocas flotando en el aire, y el intento de personalizar el conflicto culpabilizando a las víctimas es lo que confirmó la condición política de los acontecimientos. Por aquel entonces, escribí: "Mirtha "Antonieta" Viamonte", un texto que prometo encontrar y subir a este espacio. Tu cabeza,Mirtha, ya lo sabemos, rodó interminablemente bajo el hacha de tantos verdugos, algunos, invisibles pero poderosos, como la difamación, la indiferencia o la traición.
Ahora se terminó, es cierto. Uf, por fin se terminó, qué suerte, pobre Mirtha, las que pasó. Los comentarios "bienintencionados" y piadosos ahora circularán por los pasillos de la Escuelas y los Foros. Todos nos alegramos. Pero una vez más quiero recordar que esto no fue sólo contra vos, Mirtha, asi que bien podemos guardarnos las congratulaciones. Un contundente refrán español dice: "a burro muerto, pasto al rabo". El juicio prescribió, pero el acoso a la Psicología Social goza de buena salud, por eso el sabor a poco, a que tendría que haber sido de "otra manera". No nos alcanza que el burro haya muerto de hambre. No nos sirve este triunfo por abandono. ¿Quien dará cuenta, ahora, por los programas de radio en los que se difamó a la Psicología Social? ¿Quién responderá por las cadenas de mails instigando a la persecución y la denuncia? !"Pero si ustedes no pueden"!Calumnia, que siempre algo queda...!
¿Hasta cuándo vamos a soportar la supuesta autoridad de cuestionamientos ajenos a nuestra profesión? Mientras, hasta en los más lejanos rincones de la nación podemos encontrar psicólogos sociales dando cuenta, ejerciendo y por lo general, ad honorem.
Y, si, podemos. Podemos soportar la persecusión porque es inherente a la transformación. Sabemos que el cambio moviliza las ansiedades básicas, el temor a perder y a ser atacados.
Si proponemos cambios, generamos reacciones. Los Psicólogos Sociales desparramamos saberes en las veredas que otros quieren bien guardados en los claustros, etiquetados y con precio. En tanto "El saber es poder" pretenden acumularlo. !Ignoran que el poder no se posee, se ejerce! -como bien dice don Foucoult-. Los saberes que no circulan se diluyen al estereotiparse, por eso es necesario transmitir: para crecer.
Seguramente iniciarás un juicio civil pidiendo ser resarcida por los daños que te fueron ocasionados por el simple hecho de creer que estabas siendo protegida por la Constitución Nacional. Y vas a ganar, querida Mirtha. Claro que vas a ganar, porque sí, así es, tenemos una Constitución Nacional que nos protege y debemos respetarla y hacerla respetar. ¿Pero y después?
Necesitamos demostrar que esta lección está aprendida,y no en los tribunales, sino en la práctica cotidiana, que es el lugar donde corresponde defender lo que creemos: respetar al diferente, entender que si hoy van por ellos, mañana vendrán por nosotros, que la mejor defensa no es la del avestruz. Aprender que lo que le pasa a un psicólogo social le pasa a la Psicología Social, y que lo que le pasa a un ser humano le pasa a la Humanidad.
Ojalá. Si seguimos cada uno en nuestra isla, suponiendo que hay temas que no nos incumben, no sólo tendremos que lidiar algún dia con nuestra conciencia, además, seguiremos viviendo en un mundo despojado. Habremos perdido la oportunidad. !No imagino peor castigo!
Este es sólo otro paso. Me alegra por vos que esta etapa haya llegado a su fin. Como tu amiga sé cuánta angustia cargaste, pero como militante de la Psicología Social, sé que hay más. Mucho más. ¿O qué nos creíamos?
Ada Fanelli.